jueves, 5 de febrero de 2009

La extensión del 10: el respeto a un estilo


La extensión del 10¿Cómo es eso de la muerte del enganche? A falta de uno, Boca tiene cinco en Primera y los chicos, en Inferiores, juegan todos 4-3- 1-2. Una elección y un sello de distinción.PABLO VICENTE pvicente@ole.com.ar
Será la excepción que confirma la regla? ¿O será que cuando hay voluntad para romper la regla no hay generalización que valga? Lo que está claro a esta altura, por supuesto, es que no es casualidad. En estos tiempos del fútbol, cuando los anuncios apocalípticos sobre la extinción del enganche se repiten en cada charla futbolera, cuando los técnicos levantan la bandera de la polifuncionalidad y declaran la muerte del 10 clásico, cuando desde Europa la modernidad del doble 5 viene a confirmar que es así nomás la cosa, de repente ocurre lo que ocurre en Boca. Y, claro, los que se interesan por las formas además del resultado, sueltan una sonrisa y respiran aliviados. Resulta que Boca, alguna vez el club del "huevo, huevo, huevo", devino en estos últimos tiempos en casa y refugio de enganches. No sólo de un exponente sin igual de la raza como Juan Román Riquelme, sino que la institución en general decidió apostar al enlace clásico y al 4-3-1-2, el sistema que tiene como bandera a los que suelen llevar la 10 en la espalda. Por eso hoy todas las categorías de las Inferiores juegan con ese esquema, más allá de algún cambio ocasional, y también la Reserva respeta el sistema que prácticamente desde hace diez años utiliza la Primera, con resultados a la vista. Tal vez por eso, entonces, hoy Boca además de Riquelme, símbolo y referente, cuenta con cuatro enganches más. Ahí están Leandro Gracián, traído de urgencia por Miguel Russo cuando su Boca se quedó sin Román, otros dos pibes de la casa con características diferentes para el mismo puesto como Nico Gaitán y Pochi Chávez, y también un último refuerzo que en Central desempeñó esa función (Damián Díaz). La riqueza de variantes en un puesto donde los demás equipos suelen tener con suerte apenas un jugador, en este caso, a Carlos Ischia le permitió cambiar sobre la marcha para cubrir el hueco vacío que dejó Román cuando se fue a los Juegos. En todos los amistosos y pruebas de la pretemporada probó con Chávez, pero Pochi no lo terminó de convencer en ese puesto ("se adaptó, pero cuando viene de atrás tiene más panorama y puede rendir mejor por las puntas", explicó el Pelado) y entonces el técnico solucionó el problema con Gracián y Gaitán. Un lujo que ningún otro club puede darse y que, por lo visto, tampoco parecen lamentar demasiado, ya que son pocos los equipos que juegan con 10 (ver Cómo juegan...). Salvo con Carlos Bianchi, cuando no tuvo a Román ni al Equi González en su mejor nivel, y se vio obligado a probar un 4-4-2 en el que igual siempre alguno asumía la función de conductor (por caso, Donnet), en estos últimos diez años todos los técnicos de Boca respetaron al enganche. Algunos, los que no encontraron uno en el club, pidieron que le trajeran de afuera. A Basile le consiguieron al Pocho Insúa y el Chino Benítez no quiso a uno suizo (Hakan Yakin) y no tuvo éxito con su insistente pedido por Giovanni Hernández. El único que se apartó del libreto táctico que más les gusta y mejor interpretan los jugadores argentinos fue Ricardo La Volpe. A los diez minutos de su primer partido, una tarde de domingo contra Godoy Cruz, el Bigotón rompió con la fórmula con la que el Basile había ganado cinco títulos en poco más de un año y mandó a Guillermo Marino, que estaba tratando de suplir la ausencia del Pocho Insúa, contra un costado. Y con los días vinieron más cambios. Por La Boca todavía se recuerdan los roces que tuvo con el plantel por las innovaciones tácticas. Y por sus resultados. De aquella experiencia traumática quedó aprendida la lección del valor del enganche y del respeto por un esquema que por clásico no deja de ser productivo. De hecho eso, que el sistema no se tocaba, fue una de las primeras cosas que aclaró Ischia al ser designado. Hoy, con Riquelme de bandera y alternativas más que interesantes, goza los beneficios de la decisión de luchar contra la extinción del enganche. Hoy, en Boca, el 10 está en extensión.

lunes, 2 de febrero de 2009

INSTRUCCIONES PARA ELEGIR EN UN PICADO.

Cuando un grupo de amigos no enrolados en ningún equipo se reúnen para jugar, tiene lugar una emocionante ceremonia destinada a establecer quiénes integrarán los dos bandos. Generalmente dos jugadores se enfrentan en un sorteo o pisada y luego cada uno de ellos elige alternadamente a sus futuros compañeros. Se supone que los más diestros serán elegidos en los primeros turnos, quedando para el final los troncos. Pocos han reparado en el contenido dramático de estos lances. El hombre que está esperando ser elegido vive una situación que rara vez se da en la vida. Sabrá de un modo brutal y exacto en que medida lo aceptan o lo rechazan. Sin eufemismos, conocerá su verdadera posición en el grupo. A lo largo de los años, muchos futbolistas advertirán su decadencia, conforme su elección sea cada vez más demorada., Manuel Mandeb, que casi siempre oficiaba de elector, observó que sus decisiones no siempre recaían sobre los más hábiles. En un principio, se creyó poseedor de vaya a saber que sutilezas de orden técnico, que le hacían preferir compañeros que reunían ciertas cualidades. Pero un día comprendió que lo que en verdad deseaba, era jugar con sus amigos más queridos. Por eso elegía a los que estaban más cerca de su corazón, aunque no fueran tan capaces.El criterio de Mandeb parece apenas sentimental, pero es también estratégico. Uno juega mejor con sus amigos. Ellos serán generosos, lo ayudarán, lo comprenderán, lo alentarán y lo perdonarán.Un equipo de hombres que se respetan y se quieren es invencible. Alejandro DolinaCrónicas de un ángel gris